martes, 4 de junio de 2013

Metal Gear 3: Snake Eater, 7 años después

Me he propuesto con un amigo a volver a jugar por completo a una de las sagas más emblemáticas de la corta historia de los videojuegos: Metal Gear. Hace relativamente poco terminé con la primera entrega en su remake de Gamecube y en lugar de ir a por la segunda parte, me dispuse a jugar al primer juego en situación cronológica.

El juego vió la luz aquí en españa un 4 de marzo, por el año 2005, o sea, que hace 3 meses cumplió 7 añitos en europa. En Estados Unidos salió en noviembre del 2004 y en japón vió la luz un mes después.

La jugabilidad era regular, los gráficos... bueno, para la época estaban muy bien, y algunas cosas son unas paranoias irreales grandísimas como solía ser en la saga. En el aspecto gráfico te paras a compararlo con un juego de la actualidad y poco hay que hacer, pero es que en términos de historia (tanto la del juego como el contexto sobre el que se sitúa) es un juego auténticamente maravilloso.

Mi amigo y yo tenemos dos visiones diferentes del juego, ambas buenas. Él es un apasionado de la guerra, las armas, las organizaciones secretas y de este juego. Yo en cambio soy un apasionado de las buenas historias, independientemente de la plataforma en la que nos situemos. Sea como fuere, el juego nos parece grande, muy grande, lleno de pequeños detalles, tan pequeños, que parecería broma si me pusiese a contarlos... hasta te explican la historia del uso de la caja para esconderte y camuflarte:


Si hay algo que tiene este juego, son multitud de detalles, multitud de conversaciones profundas para nada deliberadas, y si, multitud de chorradas para que te diviertas, pero sobre todo mucha información valiosa. Cada vez que coges un objeto y llamas por radio a tus aliados, te informarán sobre todo: animales, armas, sucesos históricos, lugares, DE TODO!. No puedo ponerme a subir cosas explícitas, pero me despediré con la magnífica batalla final de Snake contra The Boss y el posterior video final, que seguro que a mas de uno le traerá muy buenos recuerdos.






Hasta otra!

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